Consulitis Aguda

Se han derramado ríos de tinta acerca de La Cónsula y La Fonda en una sosísima pantomima política que no termina. ¿Quien es capaz de ofrecer un resumen coherente de esta apenada historia? Servidor desde luego que no, así que cuando me llamó ayer un colega de un periódico de Nueva York, nada menos, interesándose por el tema, la verdad es que me pilló desganado. Me preguntó por qué dos escuelas de hostelería de renombre internacional por la altísima aptitud de sus graduados llevan tanto tiempo cerradas. ¿Qué le iba a decir yo? ¿Que el fondo de la cuestión es un oscuro juego político sin ganadores pero con muchos perdedores? ¿Que con una dedicación y solidaridad ejemplar, trabajadores y profesores van a continuar trabajando sin garantías de cobrar ni lo que se los debe ni por el nuevo curso, que ahora parece que por fin empieza?

El colega, que es un enamorado de Andalucia, se mostró estupefacto, sobre todo por la negligencia de la Administración hacia lo que muchos visitantes a España se consideran de un valor incalculable – sus escuelas superiores de cocina cuya financiación proviene de las arcas públicas – algo que no existe ni en el país de mi colega ni en ningún otro. Lo normal en otros lugares es que un joven con pretensiones culinarias no encuentre otra opción que no sea pagar para entrar un centro de este tipo. Y esa barrera hace que mucho talento se eche a perder.

Cuando el colega estadounidense, a cierta altura de nuestra triste conversación, estaba igual de desilusionado que yo, me dijo ingenuamente que estaba seguro que los responsables de las entidades públicas estaban haciendo todo lo posible para solucionar el tema. Me dio tanta vergüenza contarle toda la retahíla de los últimos meses de promesas incumplidas, incluyendo la última de la presidenta de la Junta de Andalucia, o la incapacidad de dar la cara ningún responsable de ninguna consejería, comisionando  a un abogado para que diera explicaciones a los empleados, que no pude responder. Alegué ‘consulitis’ aguda.