Una copita de Ojén
Pocas marcas de bebida han desaparecido para luego resucitar tantas veces como el famoso aguardiente de Ojén. Fue creado por Andrés Morales Guirado (cuya receta jamás fue desvelada), un Rondeño que bajó a Ojén en 1830, para practicar lo que supuestamente había aprendido de destilaciones en la Serranía. Al morir Andrés fue su hijo, Pedro Morales, quien hizo popular el licor, que en sus mejores momentos llegó a ser consumido en lugares tan disparos como Nuevo Orleans (fue bebida típica del Carnaval) y la Casa Real. Galardonado con cientos de medallas la ‘copita de Ojén’, figuraba en la literatura, el arte, y las canciones. La botella trapezoidal con sus inconfundibles emblemas de hoja de parra y carroza triunfal ha pasado a la historia, aunque en la Web se ofrece ‘Ojén auténtico’ por 60 euros.
El nuevo libro del alcalde de Marbella, José Bernal, deja claro que, teniendo en cuenta las disputas familiares y las constantes querellas de Morales contra imitadores que pretendían aprovecharse de la gloria del original, la historia de esta bebida ha sido siempre rodeada de polémica. Incluso hasta hoy.
Al correr el rumor de que, una vez más, se iba a volver a a sacar el ‘autentico Ojén’, servidor subió a la Finca La Giralda en2010, y allí encontró a un señora belga, Dominique Mertens. Empresaria entregadísima, había recorrido media Galicia visitando destiladores artesanos, lícitos e ilícitos, y acabó adquiriendo dos alambiques para su proyecto. La cosa pintaba bien. ¿O no? Dominique, con un cáncer irreversible cuya presencia no había querido revelar a casi nadie, murió a los dos meses, sin haber dejado de trabajar ni un solo día. Los alambiques se quedaban allí pendientes de la decisión de sus herederos, que afortunadamente, tras solventar algunas diferencias de opinión, finalmente los pusieron a funcionar. El ‘autentico aguardiente de Ojén’, muy bueno por cierto e infravalorado a 15 euros la botella, ya esta en el mercado, con su propio DO.
