
Donde hemos llegado
Los timos raramente figuraban entre las preocupaciones de las personas de cierta edad, indudablemente por haber vivido parte de sus vidas sin Internet. Los fraudes de antes eran menos sofisticados. Hoy, en cambio, encender el ordenador puede bastar para convertirnos en victimas del fraude bancario, robo de identidad, phishing, etc.
Los ya famosos falsificadores de vinos que florecían en EEUU o China lo tenían fácil, porque inicialmente los estafados no se daban cuenta que pagaban a precio de oro para vinos de latón con etiquetas de Chateau Latour. Tardó años en salir a la luz.
¿Pero los restaurantes nos engañan?
Los norteamericanos son expertos. Ahora que todo el mundo busca productos de Km 0, ecológicos y naturales, inventan cosas muy seductoras. Un primo residente en Tampa Bay, Florida, me ha mandado unos informes recién publicados en los medios de allí, sobre los fraudes más corrientes. Los restaurantes que ofrecen ‘abadejo salvaje de Alaska’, sirvan a sus clientes un pescado irreconocible importado congelado de China y tratado con conservantes cuestionables. En la Taberna de la Sirena las ‘gambas salvajes pescadas en Florida’ son indias y llevan meses, si no años, congeladas.
En otro, que anunciaba ‘platos libre de hormonas, antibióticos, aditivos químicos, o modificación genética….. usamos exclusivamente AOVE y vinos ecológicos…. pescado fresco de la Costa…’ un critico gastronómico provisto de bolsas especiales para recoger muestras, pudo comprobar a través de análisis ADN, que nada de lo que advertía era cierto. Los productos ecológicos brillaban por su ausencia, el aceite de oliva virgen era de girasol, el agua mineral del grifo, los vinos malos, de pescado fresco, nada, fruta y verduras del proveedor mas barato, y una larga etcétera.
En un conocido restaurante de Gulfport, el veal schnitzel de ‘vaca’ era de cerdo.
El inconveniente reside en la supuesta integridad del restaurante en una relación basada en la confianza del cliente. ¿Quién interrogaría al maître sobre la procedencia de su materia prima? ¿Y cómo se puede demostrar que el espárragos no es tan ecológico como anuncia la carta? Se trata de una reciprocidad única que no existe en otros negocios. Y los listos saben aprovecharlo,